sábado, 26 de diciembre de 2009

Antonio Méndez Rubio






Ilusión e ilusión se entretejen tan bien
que cualquier referencia al mundo visible
nos sirve de realidad.

B. NOËL


De palabra a palabra
entrevive sin miedo
la pasión más oscura
de la luz.

Hoy, despacio, pronuncia
un despertar que dura
lo que dura un encuentro.

Aguarda todavía
al trasluz la ilusión.
Tras la luz.

La ilusión.

Antonio Méndez Rubio, en Todo en el aire (Poesía 1995-2005)

El coleccionista - William Wyler



William Wyler, El coleccionista (1965)

sábado, 19 de diciembre de 2009

Jennie



Willian Dieterle, Jennie (1948)

Alabanza de los sueños - Wislawa Szymborska






En sueños
pinto como Vermeer van Delft.

Hablo griego con fluidez
y no sólo con los vivos.

Conduzco un coche
que me obedece.

Poseo talento
y escribo grandes poemas.

Oigo voces
no peor que los venerables santos.

Mis dotes pianísticas
os dejarían boquiabiertos.

Revoloteo como es debido,
es decir, por propio impulso.

Me precipito desde el tejado
y sé caer, suave, en el verdor.

No tengo problemas
para respirar bajo el agua.

No puedo quejarme:
he descubierto la Atlántida.

Por suerte sé despertar siempre
antes de morir.

En cuanto una guerra estalla
me vuelvo del otro lado.

Soy hija de mi época
pero no por obligación.

Hace un par de años
vi dos soles.

Y, anteayer, un pingüino.
Con meridiana claridad.

Wislawa Szymborska, de Paisaje con grano de arena, Lumen
Traducción de Ana María Moix y Jerzy Wojciech Stawomirski

sábado, 12 de diciembre de 2009

Arrebato - Iván Zulueta



Iván Zulueta, Arrebato (1980)

Historia de Nastagio degli Onesti


Sandro Botticelli, Historia de Nastagio deglio Onesti (1483), primera parte


(...)Y sucede que cada viernes, hacia esta hora, la alcanzo aquí y aquí hago la matanza que verás; y los demás días no creas que descansamos, sino que la alcanzo en otros lugares donde ella obró y pensó contra mí cruelmente; y habiéndome convertido de amante en enemigo, como ves, debo seguirla tantos años como meses ella fue cruel conmigo.

Giovanni Boccaccio, Decamerón, Cátedra

domingo, 6 de diciembre de 2009

Juan José Arreola







En mayo logró llegar hasta el príncipe, en calidad de emisario del ejército. Pero no llevaba consigo siquiera en alfiler. Difícilmente pudo calmar su desesperación mientras duraba la entrevista. En vano ensayó mentalmente sus manos enflaquecidas sobre el grueso cuello del flamenco. Sin embargo, logró obtener una nueva comisión. Guillermo lo designó para volver al frente, a una ciudad situada en la frontera francesa. Pero Baltasar ya no pudo resignarse a un nuevo alejamiento.
Descorazonado y caviloso, vagó durante dos meses en los alrededores del palacio de Delft. Vivió con la mayor miseria, casi de limosna, tratando de congraciarse lacayos y cocineros. Pero su aspecto extranjero y miserable a todos inspiraba desconfianza.
Un día lo vio el príncipe desde una de las ventanas del palacio y mandó un criado a reconvenirlo por su negligencia. Baltasar respondió que carecía de ropas para el viaje, y que sus zapatos estaban materialmente destrozados. Conmovido, Guillermo le envió doce coronas.
Radiante, Baltasar fue corriendo en busca de un par de magníficas pistolas, bajo el pretexto de que los caminos eran inseguros para un mensajero como él. Las cargó cuidadosamente y volvió al palacio. Diciendo que iba en busca de pasaporte, llegó hasta el príncipe y expresó su petición con voz hueca y conturbada. Se le dijo que esperara un poco en el patio. Invirtió el tiempo disponible planeando su fuga, mediante un rápido examen del edificio.
Poco después, cuando Guillermo de Orange en lo alto de la escalera despedía a un personaje arrodillado, Baltasar salió bruscamente del escondite, y disparó con puntería excelente. El príncipe alcanzó a murmurar unas palabras y rodó por la alfombra, agonizante.

Juan José Arreola, fragmento del relato Baltasar Gérard, de Confabulario definitivo, Cátedra

El cuento del grial - Chrétien de Troyes






Et tot cil de laiens veoient
le lance blanche et le fer blanc,
s'issoit une goute de sanc
del fer de la lance en somet,
et jusqu'a la main au vallet
coloit cele goute vermeille.
Li vallés voit cele merveille
qui la nuit ert laiens venus,
si s'est de demanander tenus
coment ceste chose avenoit,
que del chasti li sovenoit
celui qui chevalier le fist,
qui li ensaigna et aprist
que de trop paerler se gardast.
Et crient, se il le demandast,
qu'en le tenist a vilonie;
por che si nel demanda mie.


Y todos los que estaban allí veían la lanza blanca y el hierro blanco, y una gota de sangre salía del extremo del hierro de la lanza, y hasta la mano del paje manaba aquella gota bermeja. El muchacho que aquella noche había llegado allí, ve este prodigio, pero se abstiene de preguntar cómo ocurría tal cosa, porque se acordaba del consejo de aquel que lo hizo caballero, que le enseñó y adoctrinó que se guardara de hablar demasiado. Y teme que, si lo pregunta, se le considerará rusticidad: por esto no preguntó nada.

Chrétien de Troyes, Li contes del graal, por Martín de Riquer, Acantilado

sábado, 28 de noviembre de 2009

Kwaidan - Masaki Kobayashi




Masaki Kobayashi, Kwaidan (El más allá) (1964)

José Luis Rey - La nueva vida de Ezra







La luz sólo habla griego.
Tú los sabías, ¿verdad?
Sentado allí, en el ágora,
a la hora en que el guiso se extiende sobre el cielo
igual que los antiguos maestros reducían
lejanías al blanco.
Pensar en Grecia es toda nuestra luz.
Ya no dirán tu nombre en sitios ordinarios.
Sí, tenemos amigos, pero no mayordomo.
Tú portabas países en tu mano de arena,
leyes tejidas por la luna bárbara. Creciste en solitarios edificios,
donde el aire movido por las túnicas
era el único juez.
Y no las letras chinas del poniente,
sino el griego primero del ardor.
Las primeras palabras son la vida.
Así amanecía sobre todos nosotros.
Trovadores amigos que recorréis las rutas
del mundo viejo y noble,
caminando en la muerte o en verano,
criollos de la tierra.
Vuestras lenguas, acaso
¿se abrirían al alba, rechinando las puertas
con aquel esplendor?
Y las muchachas de grandes pechos como estrellas diurnas
y el gong rizado del agua,
la proa rompiendo la luz.
Él hablaba y aquello
brillaba antes de ser sólo piedra caída
entre las zarzas llenas de lagartos.
Los autobuses suben cada día
donde ya nada queda.
Y el padre, que ahora vive entre tantas gaviotas,
ha aprendido el silencio.
Nuestro callar es otro Partenón.
Acaso es triste así.
Pero creo en los peces,
yo creo en la mañana,
en la resurrección del alfabeto.

José Luis Rey, La familia nórdica, Visor

Juan Carlos Mestre - El mensajero de los astros






Dios para los que cantan en el pájaro.
Dios para los que tienen siete labios.

JUAN EDUARDO CIRLOT

Y sin embargo yo, Galileo Galilei, músico con vocación, he oído las moscas de la eternidad alrededor de cuanto aún es posible contar con los dedos. Tengo razones para pensar que el alma es una bola de plomo que oscila en el temor como sombra de un péndulo. Tuve motivos sin haberlos soñado. Imaginé la edad del hexágono, oí su vibración bajo los ojos de Homero. Conozco la fórmula de la nieve, en cada sótano de su geometría he alimentado una lámpara. Yo Galilei, arrodillado antes las estrellas del gorro de Merlín, abjuro de haber cavado en la realidad hasta hallar la mortaja a la novia de las serpientes. Dejo la hipótesis de mis únicos bienes al campesino de las matemáticas. Reniego de los carbones etruscos donde enciende su reino la sonrisa de cuantos permanecieron sordos. He sembrado mi falsedad en el colegio de la muerte. No hay sin embargo que valga. Quede para Guiulia Ammannati di Pescia, mi madre, la voz que maldigo, y el gesto de la torre de Pisa.

Juan Carlos Mestre, La casa roja, Calambur

sábado, 21 de noviembre de 2009

El general Della Rovere - Roberto Rossellini



Roberto Rossellini, El general Della Rovere (1959)

Píndaro






¡Seres de un día! ¿Qué es cada uno? ¿Qué no es?
El hombre es el sueño de una sombra.
Mas cuando llega el don divino de la gloria,
se posa sobre los hombres un luminoso resplandor y una existencia grata.
Egina, madre querida, guía a esta ciudad
con el rumbo de la libertad, en compañía de Zeus y del poderoso Éaco,
de Pelo, del admirable Telamón y de Aquiles.

Píndaro, Pítica VIII, en Obra completa
Edición de Emilio Suárez de la Torre, Cátedra

Eugenio Montale







Al escribir mi primer libro, obedecía a una necesidad de expresión musical. Quería que mis palabras fueran más adherentes que las de los otros poetas que había conocido. ¿Más adherentes a qué? Tenía la sensación de vivir bajo una campana de vidrio y, sin embargo, sentía que estaba cerca de algo esencial. Un velo muy fino, tan sólo un hilo me separaba de quid definitivo. La expresión absoluta habría sido la rotura de ese velo, de ese hilo: una explosión, el fin del engaño del mundo como representación. Pero se trataba de un límite inalcanzable. Y mi voluntad de adherencia seguía siendo musical, instintiva, no programática.

Eugenio Montale, del prólogo de Poesía completa, Galaxia Gutenberg

sábado, 14 de noviembre de 2009

Saint-John Perse






II
Quise a un caballo -¿cuál era?- y me miró de cara, bajo sus mechones.
Los agujeros vivos de sus ollares eran dos cosas bellas de ver -junto a
ese agujero vivo que se dilata por encima de cada ojo.
Cuando había corrido, sudaba: ¡era todo brillo! -y yo prensaba las lunas
de sus costillares bajo mis rodillas de niño...
Quise a un caballo -¿cuál era?- y a veces (pues un animal sabe muy bien
qué fuerzas nos envanecen)
levantaba a sus dioses una cabeza de bronce: resoplante,
surcada de un peciolo de venas.

Saint-John Perse, Pájaros y otros poemas
Versión de Manuel Álvarez Ortega, Visor

Salomón y Saba (Escena nupcial) - Blanca Andreu






La primera vez que entré con él en un dormitorio, me acarició
el pelo y me dijo:
-Tienes el pelo de cabra.
Y yo respondí:
-No. Lo que debes decir es: "Tu melena, cual rebaño de cabras
que ondulan en el monte Gallaad".
Entonces me besó.
Después me dijo:
-Qué bella eres.
Y yo respondí:
-No. Lo que debes decir es: "Toda hermosa eres, amada mía.
No hay tacha en ti".
Entonces me besó otra vez.
Luego añadió:
-El Cantar de los Cantares está lleno de liebrecillas.
Entonces lo besé yo a él.

Blanca Andreu, La tierra transparente, Sial ediciones

sábado, 7 de noviembre de 2009

Carmilla







-¿Por qué a vuestro padre le gusta asustarnos? -dijo la joven suspirando y estremeciéndose un poco.
-No le gusta, querida Carmilla. Nada más lejos de su intención.
-Querida, no estaréis asustada, ¿verdad?
-Lo estaría, y mucho, si creyera que existe algún peligro real de ser atacada como esas infelices.
-¿Os asusta morir?
-Sí, como a todo el mundo.
-Pero morir como mueren los amantes... Morir juntos para luego poder vivir en compañía. Las muchachas son como orugas mientras viven en este mundo, y finalmente se convierten en mariposas cuando llega el verano. Pero mientras tanto son gusanos y larvas, ¿no creéis?, cada cual con sus peculiares inclinaciones, necesidades y constitución.

Joseph Sheridan Le Fanu, Carmilla, Valdemar

Roman de la Rose - El sueño






Hay muchas personas que dicen que en sueños
todo es una fábula, todo una mentira;
no obstante, sucede que pueden soñarse
cosas que no son nada fabulosas
sino que, al contrario, son muy verdaderas.
Y así yo podría traer de testigo
a un autor famoso llamado Macrobio,
que nunca a los sueños tuvo por quimeras
y que describió aquella visión
que le sucedió al rey Escipión.
Así, todo aquel que piense o que diga
que sea una broma o cosa de locos
creer que los sueños son tan verdaderos,
quien esto sostenga, que me llame loco.
Pues en cuanto a mí, estoy convencido
de que nos revela el significado
del bien y del mal que ocurre a la gente;
pues muchísimas personas sueñan por la noche
muchísimas cosas que entender no pueden,
pero que después se ven perfectamente.

Guillaume de Lorris y Jean de Meun, Roman de la Rose
Cátedra, traducción de Juan Victorio

viernes, 30 de octubre de 2009

Enric González - Educación

La televisión, a veces, puede ser educativa. Puede ofrecer lecciones que valen para todos, y muy especialmente para los niños. ¿Qué deberían aprender los chavales? Pues lo mismo que deberíamos aprender los mayores. Que el trabajo tiene mucho que ver con la dignidad, por ejemplo, y que el trabajo nunca es inútil. Y que la prepotencia, en cambio, no es digna y no lleva a ninguna parte. Los niños acabarán aprendiendo, casi siempre por las malas, que los fuertes suelen ganar y los débiles suelen perder. Convendría que tuvieran muy claro, sin embargo, que en algunas ocasiones no es así, y que la historia no está predeterminada, y que el cinismo disminuye el dolor, pero incapacita para el placer.

Otra lección apropiada tiene que ver con la autoestima. Hay que ser valiente, hay que mirar de frente al peligro. Hay que saber que siempre hay alguien más listo o más poderoso, pero no hay nadie superior a nadie. Hay que recordar que las jerarquías son simples convenciones sociales. Hay que tener muy presente que por mal que esté uno no deja de merecer el amor de los suyos. Y que el desprecio que pueda recibir de otros es eso, algo de otros, y no vale la pena perder el tiempo con los asuntos ajenos. Algo más, muy importante: la honradez vale más, muchísimo más, que el dinero.

El martes hubo una emisión televisiva que transmitía todos estos valores, y alguno más. Fue el partido Alcorcón-Real Madrid. Incluso los seguidores madridistas comprenden, supongo, que fue un partido hermoso, de los que se recuerdan de por vida. Esos 90 minutos contuvieron lecciones de gran nivel moral, expuestas de la forma más amena. Nadie debería sentirse humillado por lo que ocurrió: el Real Madrid, al fin y al cabo, colaboró en una buena causa. Su derrota ante el Milan fue abyecta. Su derrota ante el Alcorcón fue algo distinto: contribuyó a mejorar la vida de todos, porque es bueno que los poderosos pierdan alguna vez, y es muy bueno que los débiles disfruten alguna vez de un éxito redondo, sonoro, merecido.

El Alcorcón-Real Madrid fue el mejor programa educativo de la temporada. Por desgracia, se emitió fuera del horario infantil.

Enric González, El País, 30-10-2009

Man Ray




Man Ray, Negra y blanca (1926)

Birgitta Trotzig - (Umbral, límite, diferencia, fuera, dentro)






¿Cuál es la conexión entre el arte y la naturaleza?
¿Dónde surge el espacio imaginario que no es ni lo uno ni lo otro?
Uno puede arreglárselas sin eso que llaman el yo.
El límite, el secreto del umbral. ¿Qué es fuera, qué es dentro, qué es fuera de mí, qué es dentro de mí?
En el umbral. No hacia aquí, no más allá.
Justamente en el movimiento por encima del umbral.
Se raja la membrana ilusoria, la mirada falsificada del "yo".
Entonces el mundo se desnuda. La luz habla, las piedras respiran. El ojo es un planeta negro,
el mundo es ahora mirada. Los árboles levantan sus raíces del seno de la tierra, la sacan del humus de los árboles muertos. El fango y las huellas de los hombres son la mirada de la ceguera, las manos y el tacto de la oscuridad. En lo profundo de la noche las constelaciones dibujan lo terminado y lo que está sin terminar.
El saetero lanza su flecha, es mortal.
Todo le habla a todo. En la luz del espacio, en la luz de la oscuridad. El mensaje se revela.

Birgitta Trotzig, Contexto. Material, Visor

sábado, 24 de octubre de 2009

Rolf Jacobsen - La verdad






La verdad está delante de tu puerta.
La ropa hecha jirones. Está enferma.
Lleva un niño en brazos. Quiere entrar.
¿Oyes los ladridos del perro? Tiene miedo.
Tú ¿qué haces? Si abres
cambiará tu vida.

¿Dudas?
¿Tú también?

Rolf Jacobsen, Afinidades afectivas, Antología de poesía nórdica, Francisco J. Uriz
Biblioteca Golpe de Dados

La muerte del rey Arturo






Cuando el rey ve este golpe, exclama apesadumbrado: "¡Ay! Dios, ¿por qué dejáis que pierda todo el valor terreno? Por este golpe veo que aquí tenemos que morir o Modert o yo." Toma una lanza gruesa y fuerte y, a todo el galope de su caballo, ataca a Mordret; éste, que se da cuenta de que el rey no desea otra cosa sino matarle, no le rehúye, antes bien, le dirige la cabeza de su caballo; el rey, que viene con toda su fuerza, le golpea con tal vigor que le rompe las mallas de la cota y le hunde en el cuerpo la punta de su lanza. Cuenta la historia que, al sacar la lanza, atravesó la herida un rayo de sol, de forma tan clara que lo vio Giflete y los de aquella tierra decían que había sido señal de la pena de Nuestro Señor. Cuando Mordret se ve herido, piensa que está herido de muerte; da un golpe sobre el yelmo del rey Arturo, a quien nada pudo impedir que sintiera la espada en la cabeza, e incluso, le hizo un corte en la parte del cráneo; el rey Arturo se quedó aturdido por este golpe, cayéndose del caballo, y lo mismo le ocurrió a Mordret; están los dos tan heridos que nadie puede hacer que se levanten y yacen el uno al lado del otro.

La muerte del rey Arturo, traducción Carlos Alvar, Alianza Editorial

Pierre Michon







Crecieron. La pesada aventura del crecimiento terminaba, nos extrañaba que no fuera eterna. Roland no se volvía más alegre: los libros lo habían perdido, como dicen las buenas gentes, como me dijo poco después mi abuela. ¿Perdido? Sí, lo estaba -siempre lo había estado-, en este mundo que nunca veía tan bien como en los libros que para él lo sustituían, pero en lugar de negación, de súplica siempre rechazada, y de maldad insondable, como, bajo las líneas tenaces enganchadas entre sí, la coquetería infernal de una mujer acorazada de plomo, que se encuentra debajo, a la que deseamos hasta el crimen, cuyo punto flaco -que está en algún lado entre dos líneas, que suponemos y buscamos temblando, que estará al final de esa página, en el rincón de ese párrafo, cerquita y evadiéndose- nunca podremos encontrar; y al día siguiente volvemos sobre la pista de ese pequeño resquicio, lo vamos a encontrar, todo se abrirá y por fin estaremos liberados de la lectura, pero llega la noche y volvemos a cerrar la página de plomo invencible, caemos como plomo. No penetraba el secreto de los autores, el elegante vestido que le habían puesto a la escritura estaba demasiado bien abrochado para que Roland Bakroot, de Saint-Priest-Palus, no sólo pudiera levantarlo, sino incluso supiera si por debajo había carne o sólo aire: y yo creía entenderlo, al adusto, al bachiller de la Triste Figura, yo, con mi cretinismo lírico que daba en ese entonces su viraje irremediable, por su camino almenado de plomo, por el camino de ronda al que me lleva mi vértigo, donde una vez más bailo con los Bakroot, hacia no sé qué última frase que deberé concluir, sin haber adelantado nada.

Pierre Michon, Vidas minúsculas, Anagrama

sábado, 17 de octubre de 2009

César Vallejo - Trilce






XXXIII


Si lloviera esta noche, retiraríame
de aquí a mil años.
Mejor a cien no más.
Como si nada hubiese ocurrido, haría
la cuenta de que vengo todavía.

O sin madre, sin amada, sin porfía
de agacharme a aguaitar al fondo, a puro
pulso,
esta noche así, estaría escarmenando
la fibra védica,
la lana védica de mi fin final, hilo
del diantre, traza de haber tenido
por las narices
a dos badajos inacordes de tiempo
en una misma campana.

Haga la cuenta de mi vida,
o haga la cuenta de no haber aún nacido,
no alcanzaré a librarme.

No será lo que aún no haya venido, sino
lo que ha llegado y ya se ha ido,
sino lo que ha llegado y ya se ha ido.

César Vallejo, Trilce, Cátedra

Marcel Schwob - La cruzada de los niños

Relato del leproso


Si deseáis comprender lo que quiero deciros, sabed que tengo la cabeza cubierta con un capuchón blanco y que agito una matraca de madera dura. Ya no sé cómo es mi rostro, pero tengo miedo de mis manos. Van ante mí como bestias escamosas y lívidas. Quisiera cortármelas. Tengo vergüenza de lo que tocan. Me parece que hacen desfallecer los frutos rojos que tomo; y creo que bajo ellas se marchitan las raíces que arranco. Domine ceterorum libera me! El Salvador no expió mi pálido pecado. Estoy olvidado hasta la resurrección. Como el sapo empotrado al frío de la Luna en una piedra obscura, permaneceré encerrado en mi escoria odiosa cuando los otros se levanten con su cuerpo claro. Domine ceterorum fac me liberum: leprosus sum. Soy solitario y tengo horror. Sólo mis dientes han conservado su blancura natural. Los animales se asustan, y mi alma quisiera huir. El día se aparta de mí. Hace mil doscientos doce años que su Salvador los salvó, y no ha tenido piedad de mí. No fui tocado con la sangrienta lanza que lo atravesó. Tal vez la sangre del Señor de los otros me habría curado. Sueño a menudo con la sangre; podría morder con mis dientes; son blancos. Puesto que Él no ha querido dármelo, tengo avidez de tomar lo que le pertenece. He aquí por qué aceché a los niños que descendían del país de Vendome hacia esta selva del Loira. Tenían cruces y estaban sometidos a Él. Sus cuerpos eran Su cuerpo y Él no me ha hecho parte de su cuerpo. Me rodea en la Tierra una condenación pálida. Aceché, para chupar en el cuello de uno de sus hijos, sangre inocente. Et caro nova fiet in die irae. El día del terror será mi nueva carne. Y tras de los otros caminaba un niño fresco de cabellos rojos. Lo vi; salté de improviso; le tomé la boca con mis manos espantosas. Sólo estaba vestido con una camisa ruda; tenía desnudos los pies y sus ojos permanecieron plácidos. Me contempló sin asombro. Entonces, sabiendo que no gritaría, tuve el deseo de escuchar todavía una voz humana y quité mis manos de su boca, y él no se la enjugó. Y sus ojos estaban en otra parte.
–¿Quién eres? –le dije.
–Johannes el Teutón –respondió.
Y sus palabras eran límpidas y saludables.
–¿Adonde vas? –repliqué.
Y él respondió:
–A Jerusalén, para conquistar la Tierra Santa.
Entonces me puse a reír, y le pregunté:
–¿Quién es tu Señor?
Y él me dijo:
–No lo sé; es blanco.
Y esta palabra me llenó de furor, y abrí la boca bajo mi capuchón, y me incliné hacia su cuello fresco, y no retrocedió, y yo le dije:
–¿Por qué no tienes miedo de mí?
Y él dijo:
–¿Por qué habría de tener miedo de ti, hombre blanco?
Entonces me inundaron grandes lágrimas, y me tendí en el suelo, y besé la Tierra con mis labios terribles, y grité:
–¡Porque soy leproso!
Y el niño teutón me contempló, y dijo límpidamente:
–No lo sé.
¡No tuvo miedo de mí! ¡No tuvo miedo de mí! Mi monstruosa blancura es semejante para él a la del Señor. Y tomé un puñado de hierba y enjugué su boca y sus manos. Y le dije.
–Ve en paz hacia tu Señor blanco, y dile que me ha olvidado.
Y el niño me miró sin decir nada. Lo acompañé fuera de lo negro de esta selva. Caminaba sin temblar. Vi desaparecer a lo lejos sus cabellos rojos en el Sol. Domine infantium, libera me! ¡Que el sonido de mi matraca de madera llegue hasta ti, como el puro sonido de las campanas! ¡Maestro de los que no saben, libértame!

Marcel Schowb, de La cruzada de los niños

http://bibliotecaignoria.blogspot.com/

viernes, 9 de octubre de 2009

Woody Allen - Manhattan



Woody Allen, Manhattan (1979)

André du Bouchet - Accidentes







He ido errante en torno a ese fulgor.
Me desgarré, de nuevo, al otro
lado de ese muro, como el aire que ves,
en ese fulgor frío.
Al otro lado del muro, veo el mismo aire deslumbrante.

En la distancia sin ruptura, como la extensión
misma de la tierra entrecortada donde, más lejos, pongo los pies,
nadie siente el calor.

Seremos lavados de nuestro rostro, como el aire que corona el muro.


André du Bouchet, de En el calor vacante, en Dieciocho poetas franceses contemporáneos
Traducción de Enrique Moreno Castillo, Lumen


J'ai erré autour de cette lueur.
Je me suis déchiré, une nouvelle fois, de
l'autre côté de ce mur, comme l'air que tu vois,
à cette lueur froide.
De l'autre côté du mur, je vois le même air aveuglant.

Dans le lointain sans rupture, comme l'étendue même de
la terre entrecoupée que, plus loi, je foule, nul ne sent la chaleur.

Nous serons lavés de notre visage, comme l'air qui couronne le mur.

jueves, 1 de octubre de 2009

Capilla Scrovegni: La resurrección de Lázaro






No es la memoria lo que comparten
ateridos
los miembros de la tribu

Es el olvido

Lo que queda de la voz
en la casa desamueblada
Un eco inhóspito
Un rumor enemigo

Unos puntos suspensivos en un libro
de historia pueden ser un siglo
Millones de hombres masacrados
en las trincheras, tantas sonrisas
santificadas por un beso
en la penumbra de una esquina
Tres puntos, tan sólo

Decir que todo cambia
que todo se repite
(es como todo)
no es sino moderada
licencia poética

Buda lo llama impermanencia

No nos une la certeza
sino el sin sentido
Por eso nos llenamos de fórmulas
de endacasílabos como pasto
para el gusano que otea el futuro

Cambia el canal

Es el mismo fuego
(sigue ardiendo Alejandría)

Leemos los signos
inscripciones sobre una lápida
sobre un azogue de osamentas

Alguien extiende su dedo y grita
levántate y anda

Javier Moreno, Renacimiento, Icaria Poesía

La leyenda del tiempo - Isaki Lacuesta



Isaki Lacuesta, La leyenda del tiempo (2006)

Juan de Tassis, conde de Villamediana





Silencio, en tu sepulcro deposito
roca voz, pluma ciega y triste mano,
para que mi dolor no cante en vano
al viento dado ya, en la arena escrito.

Tumba y muerte de olvido solicito,
aunque de avisos más que de años cano,
donde hoy más que a la razón me allano,
y al tiempo le daré cuanto me quito.

Limitaré deseos y esperanzas,
y en el orbe de un claro desengaño
márgenes pondré breves a mi vida,

para que no me venzan las asechanzas
de quien intenta procurar mi daño
y ocasionó tan próvida huida.


Conde de Villamediana, Poesía impresa completa, Cátedra

jueves, 24 de septiembre de 2009

Rafael Cadenas - Ars poética






Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.

No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni
añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.

Si no veo bien, dime tú, tú, que me conoces, mi mentira, señálame
la impostura, restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.

Rafael Cadenas, Obra entera (1958-1995), Pre-Textos


Carles Riba






Una altra crida
que la del bosc fa pura
l'obaga insomne.
Jo vaig davant. Segueixes?
No em giraré. M'estimes?



Otra llamada,
no la del bosque, purifica
a la umbría insomne.
Yo voy delante. ¿Me sigues?
No me volveré. ¿Me amas?


Carles Riba, Antología, Plaza & Janés

Pierrot le Fou



Jean-Luc Godard, Pierrot le Fou (1965)

G. Fauré - Réquiem



Gabriel Fauré - Réquiem - opus 48-Sanctus

sábado, 19 de septiembre de 2009

La montaña mágica - Thomas Mann






Usted se sintió enseguida un poco ardoroso -afirmó el consejero-. Son los venenos solubles creados por los microbios que producen un efecto embriagador sobre el sistema nervioso central, ya me entiende, y por esa razón es por lo que sus mejillas se colorean alegremente. Comenzará por meterse entre sábanas, Castorp. Veremos si algunas semanas de reposo en la cama le "desemborrachan". Todo lo demás llegará a su tiempo. Tomaremos una bella vista de su interior, lo que seguramente le proporcionará el placer de echar un vistazo dentro de su propia persona. Pero prefiero decírselo inmediatamente: un caso como el suyo no se cura de la noche a la mañana, los éxitos de reclamo y las curas de la noche a la mañana no entran en nuestra especialidad. Yo intuí de inmediato que usted tenía muchos más talento para la enfermedad que ese general de brigada, que quiere largarse cada vez que tiene unas décimas de menos.

Thomas Mann, La montaña mágica, Plaza & Janés

Senso - L. Visconti



Luchino Visconti, Senso (1954)

Huérfana en un cementerio - Delacroix



Eugène Delacroix, Huérfana en un cementerio (1823)

viernes, 11 de septiembre de 2009

El valle de las abejas



Frantisek Vlácil, Udoli vcel(1968)- El valle de las abejas

Emily Dickinson - I heard a fly buzz- when I died






I heard a Fly buzz- when I died-
The Stillness in the Room
Was like the Stillness in the Air-
Between the Heaves of Storm-

The Eyes around- had wrung them dry-
And Breaths were gathering firm
For that last Onset- when the King
Be witnessed- in the Room-

I willed my Kneepsakes- Signed away
What portion of me be
Assignable- and then it was
There interposed a Fly-

With Blue- uncertain stumbling Buzz-
Between the light- and me-
And then the Windows failed- and then
I could not see to see-




Oí zumbar una mosca - al morir
la quietud del cuarto
era como la quietud del aire -
entre los sobresaltos de la tormenta -

los ojos que me rodeaban - se habían vaciado -
las respiraciones se unían firmes
para la última ceremonia - en que el Rey
aparecería - en el cuarto -

yo había legado mis recuerdos - legado
todo lo que podía transferir de mí
fue en ese momento
cuando se interpuso una mosca -

con azul zumbaba - indecisa tropezaba -
entre la luz - y yo -
y luego las ventanas declinaron - y luego
no pude ver para ver -

Emily Dickinson, Poemas
Traducción de Silvina Ocampo, Tusquest

Francisco de Aldana






-¿Cuál es la causa, mi Damón, que estando
en la lucha de amor juntos, trabados,
con lenguas, brazos, pies y encadenados
cual vid que entre el jazmín se va enredando,

y que el vital aliento ambos tomando
en nuestros labios, de chupar cansados,
en medio a tanto bien somos forzados
llorar y sospirar de cuando en cuando?

-Amor, mi Filis bella, que allá dentro
nuestras almas junto, quiere en su fragua
los cuerpos ajuntar también, tan fuerte,

que no pudiendo, como esponja el agua,
pasar del alma al dulce amado centro,
llora el velo mortal su avara suerte.

Francisco de Aldana

viernes, 4 de septiembre de 2009

Idea Vilariño






Quiénes somos
qué pasa
qué extraña historia es ésta
por qué la soportamos
si es a nuestra costa
por qué nos soportamos
por qué hacemos el juego.


Idea Vilariño, Poesía completa, Lumen

José Antonio Marina - Anatomía del miedo







(...) En muchas ocasiones he afirmado que nuestra búsqueda de la felicidad es con frecuencia desgarradora, porque estamos movidos por dos deseos contradictorios: el bienestar y la superación. Necesitamos estar cómodos y necesitamos crear algo de lo que nos sintamos orgullosos, y por lo que nos sintamos reconocidos. Una actividad que dé un sentido a nuestra existencia, por muy ilusorio que sea ese sentido. Tenemos, pues, que armonizar anhelos contradictorios. Necesitamos construir la casa y descansar en ella. Necesitamos estar refugiados en puerto y navegando. Ahora puedo completar la descripción. Aspiramos a huir de la angustia y a enfrentarnos a ella. La búsqueda obsesiva del bienestar fomenta el miedo, nos convierte a todos en sumisos animales domésticos, y la sumisión es la solución confortable -y por eso amnésica- del temor. La valentía, en cambio, nos libera, pero -molesta contrapartida- nos hace perder parte del bienestar. Hace despertar en el gatito modorro al felino que vive, sin duda, menos cómodo, sin calefacción, sin cestito, sin comida puesta, y sin arrumacos. Nos lanza al descampado, que es el territorio de la libertad y de la creación.


José Antonio Marina, Anatomía del miedo. Un tratado sobre la valentía, Anagrama

jueves, 27 de agosto de 2009

Wonderland



Michael Winterbottom, Wonderland (1999)
Música de Michael Nyman

Wislawa Szymborska - Monólogo de Casandra






Soy yo, Casandra.
Y ésta es mi ciudad bajo las cenizas.
Y éste es mi bastón y éstas mis cintas de profeta.
Y ésta es mi cabeza llena de dudas.

Es verdad, triunfo.
Mi cordura llegó a golpear el cielo con un rojo resplandor.
Sólo los profetas que no son creídos
tienen esas vistas.
Sólo aquellos que empezaron a hacer mal las cosas,
y todo podría haberse cumplido tan pronto
como si nunca hubieran existido.

Ahora recuerdo con claridad
cómo la gente, al verme, callaba en mitad de la frase.
La risa se cortaba.
Se separaban las manos.
Los niños corrían hacia sus madres.
Ni siquiera conocía sus efímeros nombres.
Y esa canción sobre la hoja verde...
nadie la terminó en mi presencia.

Yo los amaba.
Pero los amaba desde lo alto.
Desde encima de la vida.
Desde el futuro. Un lugar siempre hay vacío
de donde qué más fácil que divisar la muerte.
Lamento que mi voz fuera áspera.
Mírense desde las estrellas -gritaba-,
mírense desde las estrellas.
Me oían y bajaban la mirada.

Vivían en la vida.
Llenos de miedo.
Condenados.
Desde que nacían en cuerpos de despedida.
Pero había en ellos una húmeda esperanza,
una llama que se alimentaba con su propio parpadeo.
Ellos sabían qué era un instante,
fuera el que fuera
antes de que...

Yo tenía razón.
Sólo que eso no significa nada.
Y éstas son mis ropas chamuscadas.
Y éstos, mis trastos de profeta.
Y ésta, la mueca de mi rostro.
Un rostro que no sabía que pudiera ser hermoso.


De "Mil alegrías -Un encanto-" 1967 Versión de Abel A. Murcia
En amediavoz.com

Signo - Juan-Eduardo Cirlot






Signo

Según Ramón Llull, "la significación es la revelación de los secretos que son mostrados con el signo", tesis que acentúa el valor del signo, como hecho y como realidad. En cambio, para Stanislas de Guaita (Essais de Sciences Maudites, II, París 1915) el signo es el "punto de apoyo que requiere la voluntad (o la conciencia) para proyectarse hacia un objeto prefijado". El signo es, pues, la concreción, el síntoma de una realidad invisible e interior y, a la vez, el medio de recordar al pensamiento esa realidad en un aspecto determinado. Determinación y sentido son inmanentes en el signo. La teoría ocultista de las "signaturas" concibe todo cuanto existe como signo y cree factible su "lectura" (la forma de un árbol, la situación de tres o más rocas en una llanura, el color de unos ojos, las marcas hechas por las fuerzas naturales en una zona de terreno natural o artificial, la estructura de un paisaje, el esquema de una constelación, etc.). Auguste Rodin, realista que confinó siempre con el simbolismo, en sus Conversaciones reunidas por Paul Gsell situó todo el arte bajo ese mismo dominio de la significacion diciendo: "Las líneas y los matices no son para nosotros otra cosa que los signos de una realidad oculta. Más allá de las superficies, nuestras miradas se sumergen hasta el espíritu...". El pintor Gustave Moreau se expresó parecidamente al referirse a "La evocación del pensamiento por la línea, el arabesco y los medios plásticos". En el siglo actual, Max Ernst y Dubuffet, entre otros artistas, han explicado sus investigaciones gráficas y pictóricas como una inmersión en lo psíquico proyectado en la materia. De otro lado, C. G. Jung explica de igual modo la empresa alquímica.

Juan-Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos, Ediciones Siruela

viernes, 21 de agosto de 2009

Damien Hirst


The Physical Impossibility of Death in the Mind of Someone Living



Anatomy of an Angel

Oscar Hahn - Meditación al atardecer






Esta calle que baja dura una eternidad

Aquí se cuecen vivos los grandes pensamientos

Ha llegado la hora del descanso en que no se descansa
Cuando los perros creen en santas y en fantasmas

En este punto mi madre y mi hermana preguntaron sin voz
¿Y qué sabes tú de todo eso?

Me han enterrado dos veces este otoño mamá

En esto el huracán me separo las alas con violencia
y el ataúd se rompió.

¿Qué hace mi hermana en el bosque?
Su fantasma salió de mis propias cenizas

Mi espada quiere beber de su sangre
y centellea con ardiente deseo

Mi madre es un viento que seca los árboles frutales

Y qué sabes tú de todo eso preguntaron sin voz

Los niños y las amapolas son inocentes
hasta en su maldad recitaron en coro

Ahora oigo sonar sus viejas caras
Las de mi madre y las de mi hermana

La tierra tiene piel y esa piel padece enfermedades
replicaron llorando

Es cierto hijo que eres una noche de oscuras risas

¿De dónde sacas lo que vomitas?
Sal de tus profundidades oye

Ahora el sol me derrite y los perros me lamen la piel

Eres un charco de muerte en las pesadillas
de los condenados al sueño me gritaron las brujas

Soy un charco de sueño en las pesadillas
de los condenados a muerte queridas

En este punto volvieron a decirme sin voz
¿Y qué sabes tú de todo eso?

Váyanse al mismo diablo les dije

Esta calle que baja
no acaba nunca de bajar

Oscar Hahn
Fuente: amediavoz.com

Vita Nuova - Dante






¡Oh peregrinos!, que pensando vais
tal vez en cosas que están presentes.
¿Es que venís de tan lejana tierra
como mostráis en vuestro aspecto,

pues no se os ve llorar cuando pasáis
por medio de la doliente ciudad
como personas que no se diesen
cuenta de la gravedad de sus actos?

Si os detuvierais a escuchar,
el corazón con suspiros me dice
que os veríamos marchar llorando.

La ciudad ha perdido a su Beatriz,
y las palabras que de ella pueden decirse
atesoran la virtud de hacer llorar a quien las oye.


Deh peregrini che pensosi andate,
forse di cosa che on v'è presente,
venite voi da sí lontana gente,
com'a la vista voi ne dimostrate,
che non piangete quando voi passate
per lo suo mezzo la città dolente,
come quelle persone che neente
par che 'ntendesser la sua gravitate?
Se voi restaste per volerlo audire,
certo lo cor de' sospiri mi dice
che lagrimando n'uscireste pui.
Ell'ha perduta la sua beatrice;
e le parole ch'om di lei pó dire
hamno vertú di far piangere altrui.

Dante Alighieri, Vita Nuova
Traducción de Nicolás González Ruiz

viernes, 14 de agosto de 2009

Eugenio Montale






He sembrado el alféizar de comida de pájaros
para el concierto de mañana al alba.
He apagado la luz y he esperado el sueño.
Y por la pasarela ya comienza
el desfile de los muertos grandes y pequeños
que he conocido en mi vida. Arduo distinguir
entre quienes quisiera o no quisiera que hubiesen
vuelto entre nosotros. Allí donde están
parecen inalterables por un exceso
de sublimada corrupción. Hemos
hecho lo mejor posible para empeorar el mundo.


Eugenio Montale, Huesos de sepia y otros poemas
Traducción de Carlo Frabetti, Ediciones Orbis

El desdichado - Gérard de Nerval






Yo soy el desdichado -el viudo- el tenebroso,
príncipe de Aquitania de abolido torreón:
mi única estrella ha muerto -y mi laúd celeste
ostenta el negro sol de la melancolía.

En la tumba nocturna, tú que me consolaste,
devuélveme en Posílipo y los mares de Italia,
la flor que tanto amaba mi corazón baldío,
y la pérgola donde rosa y pámpano se aman.

¿Qué soy, Amor o Febo?... ¿Lusiñán o Birón?
Mi frente, roja, luce el beso de la reina;
y he soñado en la gruta que surca la sirena.

Dos veces, vencedor, crucé el Aqueronte:
alternando en mi canto, con la lira de Orfeo,
las quejas de la santa y los gritos del hada.

Gérard de Nerval, de Las quimeras, Antología de la poesía romántica francesa
Traducción de Javier del Prado, Cátedra


Je suis le ténébreux, -le veuf, - l'inconsolé,
Le prince d'Aquitaine à la tour abolie:
Ma seule étoile est morte, -et mon luth constellé
Porte le soleil noir de la Mélancolie.

Dans la nuit du tombeau, toi qui m'as consolé,
Rends-moi le Pausilippe et la mer d'Italie,
Le fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé,
Et la treille où le pampre à la rose s'allie.

Suis-je Amour ou Phébus?...Lasignan ou Biron?
Mon front est rouge encor du baiser de la reine;
J'ai rêvé dans la grotte où nage la sirène...

Et j'ai deux fois vainqueur traversé l'Achéron:
Modulant tour à tour sur la lyre d'Orphée
Les soupirs de la sainte et les cris de la fée.

miércoles, 5 de agosto de 2009

La casa en la sombra - Nicholas Ray



Nicholas Ray, On dangerous ground (1951)

Moshé ibn Ezra






Me indujeron mis pensamientos a pasar por
la posada de mis padres y todos mis amigos.
Les pregunté, pero nadie atendió ni repondió.
¿Acaso han renegado de mí hasta mi padre y mi madre?
Sin lengua me llamaron hacia ellos
y me mostraron a su lado mi sitio.


Moshé ibn Ezra, Locus Amoenus, Antología de la lírica medieval
Versión de María José Cano, Galaxia Gutenberg

Concierto para piano o clave nº 5, BWV 1056 - J.S. Bach

jueves, 30 de julio de 2009

Ángel Crespo - La mano contra el sol






Tiendo la mano contra el sol y veo
una oscura muralla, y las almenas
en que el viento y la luz se dan de bruces;
y vislumbro un ocaso casi antiguo
o bien un parco infierno
en el que parvas almas aún esperan.

Y, con la mano puesta contra el sol,
siento que de mi sombra van raíces
a donde corren silenciosos ríos;
y escucho, con el sol tras de mi mano,
un vuelo de aves y un morir de abejas,
y una enramada violeta y roja
sobre un cielo amarillo.

Y al retirar la mano,
el sol no está, me niega, no se ha ido.

Ángel Crespo, en Antología poética, Alianza

Cavafis - La tregua de Nerón






No se turbó Nerón al escuchar
el oráculo de Delfos
"Guárdate del año setenta y tres".
Cuánto tiempo aún para gozar.
Tiente treinta años. Amplio en verdad
es el período concedido por el dios
para inquietarse ante futuros peligros.

Ahora vuelve a Roma algo cansado,
espléndidamente fatigado tras un viaje cuyas jornadas
fueron continuación de placenteros días
en teatros, jardines y gimnasios...
Noches en ciudades aqueas...
Y sobre todo la delicia de los cuerpos desnudos...

Así Nerón. Y en España, Galba
secretamente dispone y adiestra su ejército,
un aciano de setenta y tres años.

Constantin Cavafis, Poesía completas
Traducción de José María Álvarez, Hiperión

Luisa Castro - El sueño de la muerte






I

Despiértame de este sueño de la muerte,
príncipe de mis días,
acércate,
encuéntrame tendida en este sueño de muerte.

Tan bella como pueda serlo aquella que ha cruzado huyendo un bosque
y se ha rendido,
así soy yo de bella.

Muerta y llorada por pequeños amigos.

Luisa Castro, en Señales con una sola bandera, Hiperión

viernes, 24 de julio de 2009

Yves Bonnefoy- La luz, transformada






Ahora ya no nos vemos bajo la misma luz,
y ya no son los mismos los ojos ni las manos.
Está más cerca del árbol, el rumor de las fuentes es más vivo,
y son, entre los muertos, más hondos nuestros pasos.
Dios, que no existes, deja tu mano en nuestros hombros,
esboza nuestra carne con tu grave regreso,
y mezcla nuestras almas al fin con las estrellas,
los bosques y los trinos, las sombras y los días.
Renúnciate en nosotros como se rasga un fruto,
anúlanos en ti. Descúbrenos
el sentido secreto de lo que es tan sencillo
y que cayó sin fuego en nombres sin amor.


La lumière, changée

Nous ne nos voyons plus dans la même lumière,
Nous n'avons plus les mêmes yeux, les mêmes mains.
L'abre est plus proche et la voix des sources plus vive
Nos pas sont plus profonds, parmi les morts.
Dieu qui n'es pas, pose ta main sur notre épaule,
Ébauche notre corps du poinds de ton retour,
Achève de mêler à nos âmes ces astres,
Ces bois, ces cris d'oiseaux, ces ombres et ces jours.
Renonce-toi en nos comme un fruit se déchire,
Efface-nous en toi. Découvre-nous
Le sens mystérieux de ce qui n'est que simple
Et fût tombé sans feu dans des mots sans amour.

Yves Bonnefoy, de Mil años de poesía europea, Francisco Rico
Traducción Enrique Moreno Castillo, BackList

Czeslaw Milosz - No así






Perdona. He sido un estratega como tantos que furtivos esquivan
en la noche las moradas del hombre.

Calculaba la posición de las guardias, antes de tener el valor
de acercarme a los confines cerrados.

Sabiendo más de la cuenta, fingía que es suficiente saber menos,
no así como aquellos que dan testimonio,

firmes ante los disparos, la persecución en la maleza y los insultos.

Que los sabios y los santos, pensaba, ofrezcan la dádiva a la tierra,
pero no a la lengua.

Yo defiendo el buen nombre porque la lengua es mi medida.
Lengua bucólica, infantil, que transforma lo sublime en tierno.

Y se desmorona el himno o el salmo del músico principal, queda el villancico.

Mi voz ha sido siempre incompleta. Me hubiera gustado dar las gracias de otro modo.

Generosamente y sin ironía, esta soberbia de los cautivos.
Después de los siete confines, bajo el astro del alba,
En el habla del fuego y del agua y de todos los elementos.

Czeslaw Milosz, Poemas
Traducción de Barbara Stawicka, Tusquets Ediciones

sábado, 18 de julio de 2009

Miguel Ángel Bustos - Vientre profeta sin tiempo






Yo no soy de ningún siglo.
Vivo ausente del tiempo. Soy mi siglo como soy mi sexo y mi delirio.
Soy el siglo liberado de toda fecha y penumbra.
Pero cuando muera, el profeta que hay en mí se alzará
como un niño sin moral y sin patria. Un niño loco con legua
de alaridos. Entonces amanecerá en el millón de Galaxias.
Madres del futuro; cuidado; cuando muera puedo volver.
Entonces, ay, vientre que me aguardas, dulcísima catedral de tinieblas.


Miguel Ángel Bustos, Visión de los hijos del mal, Editorial Argonauta

Samuel Beckett






de dónde
la voz que dice
vive

de otra vida



d'où
la voix qui dit
vis

d'une autre vie


Samuel Beckett, Obra poética completa, Hiperión
Traducción de Jenaro Talens

sábado, 11 de julio de 2009

Elephant - Gus Van Sant




Gus Van Sant, Elephant (2003)

Yannis Ritsos - Remodelado






Lo que llamas serenidad o disciplina, bondad o apatía,
lo que llamas boca cerrada con dientes apretados
cuando muestras el suave silencio de la boca, y ocultas los dientes apretados,
es solamente la resistencia de los metales bajo el útil martillo,
bajo el tremendo martillo -es que sabes
que de lo informe pasas a la forma-.


Yannis Ritsos, de Paréntesis, Icaria Poesía
Traducción de Román Bermejo

Cormac McCarthy - Meridiano de sangre







El menonita contempla las sombras que hay ante ellos y que se reflejan hacia él en el espejo de detrás de la barra. Se vuelve a los reclutas. Tiene los ojos húmedos, habla despacio. La ira de Dios está dormida. Estuvo oculta un millón de años antes de que el hombre existiera y solo el hombre tiene el poder de despertarla. En el infierno hay sitio de sobra. Oídme bien. Vais a hacer la guerra de un loco a un país extranjero. Despertaréis a algo más que a los perros.
Pero ellos censuraron al viejo y le maldijeron hasta que se apartó de la barra murmurando, ¿y como iba a ser si no?
Esas cosas terminan así. Entre confusión e insultos y sangre. Siguieron bebiendo y el viento soplaba en las calles y las estrellas que habían estado en lo alto descendieron hacia el oeste y aquellos jóvenes se indispusieron con otros jóvenes y hubo intercambio de palabras imposibles de enmendar y al amanecer el chaval y el segundo cabo se arrodillaron junto al chico de Misuri que se llamaba Earl y pronunciaron su nombre pero el otro ya no podía responder.


Cormac McCarthy, Meridiano de sangre, DeBolsillo